sábado, 31 de marzo de 2012

Crimen perfecto

Ayer, por fin, volvimos al teatro. Había mono.
Tenemos el Alameda un poco abandonado últimamente... Fuimos al de Torremolinos: cuando volví a ver Shirley Valentine, en la otra cara del flyer venía el cartel de ésta, y me apeteció.

El montaje es muy original, pero supongo que agotador para los actores: se trata de la recreación del rodaje de la película de Alfred Hitchcock. La trama no para, es continua, pero alrededor del bloque central están los camerinos con los ayudantes trabajando, y se ve tanto la escena de "Crimen perfecto" como las entradas, salidas y maquillaje de los actores.
De hecho, unos 10 minutos antes de que empiece la obra de teatro en sí, de que en el teatro se hagan las últimas llamadas y se apaguen las luces, mientras los espectadores terminamos de llegar y acomodarnos, ya están ellos en escena, interpretando los momentos previos al inicio del rodaje: saludos, pelucas, vestuarios, maquillaje... Algo inusual, muy original.
En el centro del escenario se sitúa el decorado de la película, que es móvil, por lo que, en función de lo que requiera cada escena, va girando, se quitan y ponen paredes... Y claro, se ve cómo los actores-operarios realizan todo ese trabajo mientras los actores-actores continúan la acción sobre esa plataforma.
De hecho, durante los 15 minutos de descanso de la obra, que dura 2 horas, los actores continúan en el escenario. Vamos, 2 horas y media de representación continuada.

El argumento no varía del de la película, por lo que hay momentos de tensión, humor, intriga, dolor de barriga...

Las representaciones en general me gustaron muchísimo. En alguna escena le salió a María Castro un tonillo un poco raro... como macarrilla... Pero por lo demás, podría dar el pego de Grace Kelly así, de lejos.

Había un alto porcentaje de espectadoras "maduritas", supongo que atraídas por el tirón de Jorge Sanz, "sexsimbol" español de una época (ahora algo fondón, pero no está mal). Pero creo que se les olvidaría Jorge Sanz con la primera escena de Pablo Puyol. Y a muchos de ellos les parecería bien la obra aunque sólo fuera por un par de momentos de lucimiento en paños menores de María Castro.

En general, un notable: la obra un poco larga para mis articulaciones, pero de eso no tiene la culpa nadie...


miércoles, 28 de marzo de 2012

Burkamanía


Ay, qué manía tenemos de hablar sentando cátedra para que lo que decimos no sólo sea dado por correcto y verdadero, sino por universal.
Me da mucha rabia.
Después de leer el prólogo (casi más largo que el cómic en sí) me sentí muy enfadada. Al mismo nivel, más o menos, que cuando leí "La Cenicienta que no quería comer perdices". Y es que no me gusta que se generalice ni se den por válidas ciertas ideas que tienen que ver con creencias o sentimientos de otras personas. De muuuuuchas otras personas. Pero parece que cuando se hace en nombre del feminismo, de la "libertad", de la "libertad de pensamiento"... se tiene derecho a pensar y sentir por los demás ("pobrecitos, están taaaan atrasados creyendo en ese Dios, creyendo que aman a esa persona, o viviendo de esa manera..."). 
Ay, no puedo con ello. 
Una gran mujer, en nombre de la cual se intenta obligar a pensar de cierta manera, idolatrada por muchos fanáticos, Clara Campoamor, precisamente defendía lo contrario: defendía la libertad, aunque esa libertad implicara ir en contra de sus propias ideas políticas. Pero esta parte de su pensamiento se suele dejar en segundo plano, porque no interesa. Interesa hablar de libertad para dirigir el pensamiento, las creencias y los actos. Tiene guasa.
Y esto ocurre nuevamente con este prólogo: da por hecha la esclavitud absoluta, de todas esas mujeres y en todos los sentidos. Y parte de razón tiene: muchas están obligadas a vivir como y con quien no quieren. Y es un drama. Eso no quiere decir que, en caso de tener libertad absoluta, algunas de esas mujeres no eligieran seguir creyendo en ese Dios, viviendo esa vida y vistiendo como lo hacen. Lo necesario no es arrancarles el burka. Sino darles la libertad y los medios para que, si quieren, se lo arranquen. Y si no, que se lo queden. Lo dice mucho mejor Terry Pratchett en "Brujas de viaje": "No se puede ir por ahí construyendo un mundo mejor para la gente. Sólo la gente puede construir un mundo mejor para la gente. Si no, es solamente una jaula".
Pero eso no suena nada progre...

De hecho, en la contraportada pone, literalmente:
Actualmente, en el mundo hay aún muchas mujeres esclavas de una absurda tradición: el burka.
Vale. Si ya empezamos criticando algo relacionado con unas creencias de otras personas atacándolo, llamándolo "absurdo", estamos perdiendo razón...

Respecto a las viñetas en sí... bueno, no están mal. 
Algunas son francamente ingeniosas. Divertida creo que ninguna, al menos para mi sentido del humor. 
Pero es posible que lo haya leído condicionada por el prólogo. Cuando empecé con el cómic en sí confiaba en que no siguiera en la línea del prólogo, pero al terminarlo, he llegado a la conclusión de que Anne-Marie Lizin simplemente intenta justificar, mediante argumentos que están de moda, las viñetas de JacPé.

Hale, ya me podéis poner a caldo.


martes, 27 de marzo de 2012

La vida secreta de los jóvenes

Riad Sattouf ha hecho una amplia recopilación de píldoras que nos demuestran lo raritos que podemos llegar a ser... porque no habla sólo de jóvenes, o si lo hace, es un sentido muy, muy amplio de lo que se puede considerar "juventud".

Son situaciones que, cualquiera que sea mínimamente observador y que salga lo justo a la calle, puede encontrarse, pero que sólo a alguien curioso le llamarían la atención, al menos a priori... Desde conversaciones "íntimas" entre amigas, parejas, citas... hasta broncas madre-hijo o telefónicas... en estas viñetas nos demuestra lo frívolos, ridículos, compasivos o hasta imbéciles que "la gente" (esos extraños, ¿verdad?) puede llegar a ser. 

El caso es que, busqueteando imagen para colocar en este post, he podido ver que ya está publicada la segunda parte, y que tiene hasta vídeos en youtube y serie de televisión en Francia. El cómic me ha gustado, pero no me parece que dé para tanto, la verdad... habiendo autores franceses como Aude Picault con Sus Rollos o Lewis Trondheim con sus Pequeñeces que darían algo más sustancioso... pero bueno... la televisión es la televisión. 
Y todos sabemos cómo es.

Lo que sí me ha hecho desear este cómic, mencionándolo en su prólogo, es un libro que ya me habían recomendado pero que no he conseguido hasta el momento: "La vida secreta de los animales". Si alguien tiene noticia de dónde puedo localizarlo para hacerme con él, le agradecería que me lo dijera.


sábado, 24 de marzo de 2012

Blancanieves (Espejito, espejito)

ATENCIÓN: Esta entrada es un spoiler gigantesco.
Quien no haya visto la película 
y tenga pensado hacerlo, que no lo lea.




Llego ahora de ver esta peli, y me ha encantado.

Es de las de ver en cine mejor que en casa, y de ésas cada vez hay menos. Merece la pena por la espectacularidad de los paisajes, los vestidos, los planos desde el aire...

Julia Roberts no es mi actriz favorita, pero hay que reconocer que lo hace muy bien. Está, además, muy bien caracterizada cuando envejece. 
Pero el pero es esa debilidad que tienen en Hollywood de vestirla de novia... me parece ya enfermiza...

Lily Collins no me convencía en el cartel, pero hay que reconocer que hace suyo el papel. 
(Qué bonito pareado, sin haberlo yo buscado).

Armand Douglas, "el príncipe de Valencia"... Hubiera sido una alegría para la vista si para la representación de este papel no se hubiera basado hasta la imitación en Cayetano Martínez de Irujo: eso me ha puesto algo nerviosita... El chaval es mono, ojos bonitos... pero no se parece al príncipe de la historia Disney de Blancanieves, que tiene un físico más como mi marío (en serio, siempre he pensado que se parece, a su manera, al príncipe de Blancanieves del cuento de Disney). Hubiera estado bien que nos hubieran sacado de pobres "descubriéndole" para esta película.


Los puntos más positivos, para mí, son:
  • El vestuario. Absolutamente maravilloso.
  • Las peleas de espadas. Son mi debilidad. Los otros ataques también me han encantado.
  • El guión. Realmente bueno.
  • El giro argumental que, sin destrozar la línea marcada por la historia clásica, meten en esta película es todo un acierto. Tanto, que me gusta más éste. Y para que yo cambie de idea en perjuicio de algo relacionado con Disney... Tela.
  • Los guiños a algunas películas.
  • El baile final. Me encantaría saber qué se estaban fumando los guionistas para meter este final. Y cuánto de eso tuvieron que hacer fumar a director y productores para que les dejaran hacerlo. Pero es un aciertazo como la copa de un pino. Muy arriesgado: podría haber sido un batacazo. Pero no.
  • La mención a la crisis mundial actual así, como quien no quiere la cosa, y la crítica a que se sigan dando fiestones en palacio... Ahí queda eso...

Os recomiendo que la vayáis a ver al cine. Eso sí: mejor en la sesión golfa, porque al ser Blancanieves, aunque no es explícitamente infantil, sí tiene algo, y claro, van muchos niños... y para los más pequeños se hace un poco larga, y hacen cosas de niños, como dar por saco...



Mi pie derecho

No hace demasiado hablaba por aquí del pie izquierdo de un artista.
Son maneras de afrontarlo: él tenía jodío todo el cuerpo, menos su pie izquierdo. Y con él hacía virguerías.
Yo hoy vengo en modo quejica... de mi pie derecho. El resto del cuerpo también duele (y más con este tiempecito...), pero ya he hablado bastante de ese "resto" (en todos los sentidos de la palabra).
Quienes me conozcan hace, al menos, 19 años, me habrán visto, antes que con mi actual bastón, con un par de muletas... mínimo una vez al año. Entre escayolas, rehabilitaciones, operaciones y jamacucos varios, he tenido más tiempo la pata derecha tiesa* que doblada.
Y hoy, desde ayer, pues otra vez tiesa... Menos mal que esta vez no es cosa de la rodilla: sólo tengo vendado el pie. Eso sí: menudo vendaje para 1 dedo que me han operado... Si me llegan a operar de los 5 tengo disfraz de momia gratis. 


El caso es que es un rollo este déjà vu: y menos mal que esta vez no van a ser un par de meses con la pata tiesa, sino un par de días. En total, un par de semanitas pringadas con lo que está siendo mi cruz, más que el dolor, el vendaje, la pose de la pierna en alto casi todo el rato...: el zapato. Viviendo en la Costa del Sol casi paso desapercibida: parezco una guiri más con chancletas y calcetines blancos. Pero de verdad que con lo que me ha costado este zapato me había comprado yo 3 pares ideales de la muerte. Hasta he tenido pesadillas esta noche con el maldito zapato. La vida no es justa: una nace fea, y bueno, se puede adaptar un poco con el maquillaje... una tiene este cuerpo-escombro, y bueno, con un buen estilismo se puede disimular... una es coja, y puede volverlo a su favor, en función el bastón que escoja (ja, ja, estoy que me salgo)... pero a una le ponen este zapato... y ¿qué puede hacer? Pues eso: ensayar saetas. Qué depresión.


* y no es redundancia

lunes, 19 de marzo de 2012

Crucero de otoño

Un año después me reencuentro con este estupendo autor, que, aunque no alcanza aquí las cotas a las que llegó con "Las amigas imperfectas" o el maravilloso monólogo "Los caballos cojos no trotan", mantiene una calidad media mucho más que aceptable.

La lectura, en este caso, es fluida, hasta resulta fácil deslizarse por una trama digna de cualquier libro de 007, en la que toca, como de forma casual, todos los puntos vitales para un desenlace imprevisto, a pesar de que el libro empieza con ese desenlace.

Viajamos con varios personajes, aparentemente sin conexión entre sí, pero los hilos del pasado se van trenzando, y se van viendo unas conexiones que llevan al momento de este "plácido" crucero de otoño. Aún así quedan varios cabos sueltos, pero en las ultimísimas páginas se explica su sitio en la historia.

Después de leer este libro, casi que me da mal rollo embarcarme en un crucero... Por cierto, aquí viene un spoiler grandísimo, quien quiera leer el libro que no siga: ¡menuda profecía para el Costa Concordia!.


lunes, 12 de marzo de 2012

El baile

Genial lectura para consumirla de un tirón (son unas 90 páginas con letra grandota).

En la contraportada destripa buena parte del argumento, por lo que recomiendo no leerla, al tiempo que intentaré no desvelar detalles que comprometan la intriga de la trama aquí.

Inculta de mí, no tuve noticia de esta autora hasta hace unos meses, cuando leí un artículo de Rosa Regás en que la mencionaba y se postraba a sus pies con admiración, poco más o menos.
Como soy fan de la Regás, intento conocer a los personajes y autores que, a su vez, ella admira. 
Así que, cuando me crucé con este ejemplar, lo compré. También compré "Un niño prodigio", que en pila está.
En su artículo, Rosa Regás describía "El baile" como un crítico análisis de las presiones sociales de principios del siglo XX. Pero, después de leerlo y disfrutarlo, debo decir que se quedó corta.

Desde luego, las presiones sociales son protagonistas, la importancia que se le da(¿ba?) al aparentar, a "codearse con", a ser admitido en un grupo social que pueda estar al alcance, aunque sea tocándolo sólo con las puntitas de los dedos y poniéndose de puntillas. Cualquier esfuerzo es bueno para que se le reconozca a uno como parte de ese grupo. Bueno, aquí describe cómo se hacía entonces en determinado grupo social, porque ese anhelo ha estado ahí desde las cavernas... y sigue en muchos casos.

Pero esta historia da para muchísimo más. Hace un profundo y desolador análisis sobre el cinismo, la envidia, las inseguridades, la maldad y cómo puede empezar a forjarse en una persona joven (niña) si se tiene la oportunidad... Y algo que me ha parecido brillante: hace pensar en la justicia. El concepto que cada uno tenemos de ella. El peligro que puede suponer que cada uno podamos hacer esa justicia que concebimos si tenemos a nuestro alcance los medios necesarios. Y la malicia necesaria que implica ser o no capaces de hacerlo.
Es decir: aquí un personaje siente herido su orgullo. Está en su mano hacer una jugarreta que se lo haría pasar mal a quien ha causado esa herida. ¿Quién es capaz de dar ese paso y vengarse? ¿Se tiene en cuenta en ese momento las consecuencias que puede tener? Y si se tiene ¿dan igual?
Cualquiera de nosotros nos hemos sentido así en muchas ocasiones... ¿hubiéramos sido capaces, en ese momento, de pulsar el botón de la venganza si hubiera estado a nuestro alcance? Y si eso ocurre en la infancia... ¿en qué tipo de adulto se convertirá ese vengador?

Hale, ahí lo dejo. Buenas noches.

domingo, 11 de marzo de 2012

El enigma

Bueno, vale ya de autopromoción. Ya he disfrutado del perfume de la fama, voy a seguir hablando de escritores de los de verdad.
En este caso, de Josefina Aldecoa.

He disfrutado mucho leyendo esta historia de amor, en la que la conciencia, el difícil equilibrio entre los valores y principios que se defienden y su aplicación a nuestra vida diaria... y el éxito personal y profesional tienen un papel muy importante.

Destaca la importancia de tener al lado a una persona que te apoye y anime a realizarte en el campo que elijas (laboral o no), y en el aire (más o menos) deja la pregunta de si, para ello, es necesario que comparta esa afición, o no es estrictamente necesario.
  
Y a parte de ese apoyo, tener con quién conversar sobre cosas "profundas", no quedarse en el cotidiano charloteo acerca de las cosas más básicas, del menú diario y poco más, lo resalta como vital para una pareja. (Es fácil olvidarlo cuando llega la rutina, y que te lo recuerden es de agradecer).
Y por supuesto el sexo. Me gusta cómo trata este tema particularmente: le da su importancia (incluso un poco más, pero tratándose de una pareja en sus inicios es lo suyo), pero no se mete en honduras ni detalles necesariamente escabrosos, como he leído en otras ocasiones. Me gusta más darle un trato elegante a este tema. Llamadme puritana.

El desarrollo de la historia, el ambiente en que la enmarca, la época en la que está ubicada... colaboran con el argumento a la perfección, pues destaca el escalón moral y social entre la España de la transición y los Estados Unidos de esa misma época. 

Hay un par de detalles que me han descuadrado un poco: por una parte, ahonda muchísimo en los personajes de Teresa y Daniel, pero al de Berta, también fundamental, lo deja en un plano demasiado alejado, y la historia de Daniel y Berta la simplifica hasta el exceso: hay muchas parejas que llevan una relación anodina, pero TANTO es imposible, compartiendo hijos y convivencia. Algo más tiene que haber. Pero claro... me ha parecido una manera de forzar los elementos en juego para llegar al mensaje que, en el fondo, quiere transmitir. Y es algo que hace de forma muy poco disimulada: algunos giros o personajes están metidos un poco a capón, forzados, para llevar la historia donde quiere.

Respecto al final... genial. Predecible e inesperado a la vez. Desolador y energizante al tiempo. No quiero decir más, por si alguien quiere leerlo... no me gusta destripar historias ;)


martes, 6 de marzo de 2012

¡¡HE GANADOOO!!

Seguro que ha habido tongo, pero yo me voy a callar por la cuenta que me trae...

Así que, coincidiendo con la temática de la entrada anterior en este blog sobre "Las mejores historias sobre gatos", y juro por mis niñas que ha sido casualidad, mi relato "Secreto profesional" ha sido el más votado en la primera edición del concurso Besos de Gato (el nombre de la protagonista fue cambiado para mantener el anonimato, o algo). Así que me pongo la medallita, subo la cabeza hasta el límite del esguince cervical, y os lo cuelgo aquí, animándoos a participar en próximas ediciones del concurso (que es por una buena causa).

Espero que os guste a los que no lo hubierais leído:


SECRETO PROFESIONAL

Me llamo Noelia y soy enfermera.

Vivo con mis dos hermanas:
Mi melliza, que es cantante… de heavy, para horror de mis oídos cuando le da por componer o por ensayar… Con lo que me gusta a mí la música más comercial… no sé… Alejandro Sanz, Pereza, La Casa Azul… Pero hay que respetarla: es su pasión. Bueno, el heavy, y los macarrones. Le pierden.
Y la pequeña, que es… joven. Aún se está buscando. Y espero que se encuentre pronto, porque sé que en el fondo es buena chica, pero a veces le dan unos arranques… me desespera, y tengo que ponerla en su sitio.
A las dos las quiero mucho en el fondo, pero la convivencia no siempre es fácil.

Como os decía, soy enfermera. Y, modestia aparte… de las buenas, de las cotizadas. Y es que una tiene sus secretillos profesionales…
Cuando era muy pequeña estuve muy enferma. Y creo que de ahí salió mi vocación. Entendí lo importante que es que te cuiden bien en un momento delicado, y no sólo “técnicamente”… Ahí está mi táctica: los cuidados no se terminan con la medicación, los masajes o las terapias médicas… para cuidar bien a un paciente, hay que quererle. Cuando estamos enfermos, estamos en desventaja, y sentirte querido y protegido es muy importante. Que te cuiden distintas enfermeras a turnos no te da esa seguridad, y transmite precisamente lo contrario, es decir: yo voy a hacer mi trabajo técnico hasta que termine mi turno. Y después ¿qué? En las escuelas de enfermería deberían incidir mucho en empatía, en psicología… cosas que las máquinas no pueden hacer.
Ahora estoy cuidando a una chica que es un poco rara, pero generalmente no da demasiada tarea. Está sola la mayor parte del día, así que mis cuidados se basan en la compañía. Por lo general está tranquila, a veces hasta alegre (cantamos, y hasta algún bailecillo nos hemos echado)… Pero a veces se pone triste y necesita mucho cariño. Ahí le canto algo suave, e intento no dejarle pensar demasiado, distraigo su atención con varias técnicas que me voy sacando de la manga…
Tiene una enfermedad que afecta a sus articulaciones… es muy dolorosa, pero no es constante, tiene sus picos: cuando no está muy mal hace una vida medianamente normal, se vale por sí misma… Pero cuando le aprieta el dolor lo pasa bastante mal… Ahí también hay que distraer su atención del dolor: leemos juntas, o intento que se relaje y duerma…
Claro, con tanto cuidado hemos intimado, y me cuenta sus cosillas… cuando tiene un secreto, o cuando está contenta… cuando algo le preocupa (aunque esto suele tardar en contármelo), o cuando se siente triste… Pero sobre todo cuando se enfada… ahí ¡no hay quien la calle!
Le gusta mucho hablar por teléfono. Y de escuchar esas conversaciones también me entero de algunas cosillas. Aunque me hago la longuis, y como si no… Con el tema del teléfono tengo que regañarle a veces: abusa. Y claro, la postura no es buena siempre… y  no es bueno para su cuello. Y… bueno, para qué nos vamos a engañar, también es que yo entonces me aburro un poco…
Hay algo que no comprende: necesita reposo. Y tengo incluso que enfadarme con ella a veces, porque insiste en salir, durante todo el día en ocasiones, y ¡no es bueno para ella! Pero cuando se le mete en la cabeza, por más que le regañe, no hay tu tía: sale, y sale. Claro, luego vuelve hecha polvo. Cansada. Dolorida. Se quiere tumbar. Y ahí tiene que ir Noelia detrás con sus cuidados especiales, ¿no? ¡No hay derecho! Algunas veces, en estos casos, me hago la remolona: que aprenda a hacerme caso ya, hombre. Siempre termino por ir a consolarle, a darle cariñito… pero dejando constancia de que me tiene muy enfadada.
Algunas noches le aprieta mucho el dolor, y se despierta de madrugada. Sobre todo le duele la cadera en esas ocasiones. Entonces le acompaño a dar un pequeño paseo por la casa, para estirar la zona. Y de vuelta a la cama, con la mantita eléctrica, después de haber tomado algún analgésico. Y hasta que le hace efecto y puede volver a dormir, ahí está, leyendo. Es en esos momentos en los que tengo que aplicar mi técnica secreta. Es muy efectiva, pero como digo, es secreta… Así que la revelaré aquí, pero bajito, no se entere nadie más: consiste en aplicar calor corporal en la cadera y, hasta que se duerme, emitir un suave pero constante ronroneo.


lunes, 5 de marzo de 2012

Las mejores historias sobre gatos

Llevo una rachita... 
No sé si es por el brote, no sé si es por la gripe, no sé si es por el gobierno... el caso es que no me centro. Así, en varias cosas en general. Y a mi faceta lectora, pues también le ha pillado, claro. No iba a ser menos. También en esta faceta ha influido otro factor: el listón estaba MUY alto. Mis dos últimas lecturas (completadas) fueron de Terry Pratchett y de Carmen Martín Gaite. Y superar eso es difícil.

He dejado a medias (bueno, ni "medias", a primeras) un par de libros: "Gilead", del que leí unas 60 páginas, y que me aburrió soberanamente. La historia en la contraportada prometía, pero claro, así resumida. Cuando la contraportada se extiende sólo en texto, no en argumento... pues ya se puede escribir bien, que no hay tu tía: aburre.
El otro libro que he dejado ha sido "Gógol en el Palacio de El Pardo". Tenía buena pinta cuando lo compré, lo prometo. Tenia pinta de divertido. Un tocho de más de 1.000 páginas, ya podía serlo. O ameno, al menos... Pero no pasé de la primera parte (unas 60 páginas también). El caso es que no estaba mal, algo rimbombante la redacción, pero era parte del humor (aunque mucho seguido se hacía pesado). Pero cuando vi que iba a pasar las siguientes 1.000 páginas leyendo acerca de la desaparición de las partes pudendas de Doña Carmen Polo... se me hizo cuesta arriba. Como chascarrillo puntual, si está bien llevado, puede ser gracioso... basar el argumento de semejante tocho en este asunto... no lo vi nada atractivo. Y lo dejé. Quizá debí darle una oportunidad, quizá salvaba la situación honrosamente. Pero no era el mejor momento: probablemente en otra ocasión, cuando tenga más paciencia lectora.

El siguiente en la pila (es posible que estos problemas me vengan por mi rigidez en el orden de la pila) ha salvado la situación: "Las mejores historias sobre gatos", una buena recopilación de Siruela. Cómo no iba a leer yo este libro: impensable. Y no sé si son las mejores historias escritas sobre gatos, pero desde luego la mayoría son bastante, bastante buenas.

Destacaría, por su intensidad, "De cómo una gata hizo de Robinson Crusoe", de Charles G. D. Roberts; "El gato que caminaba solo", de Kipling, que habla de la "creación" de los estatus actuales de cada especie; "La infancia de la señorita Churt", de Buckley, por su sensibilidad en un ambiente "diferente"; y, por supuesto, "El paraíso de los gatos", de Émile Zola, del que no hace mucho hablé por aquí; y "El gato de Cheshire", de Lewis Carroll, que ya había leído en su momento cuando leí Alicia, pero esta vez me ha cautivado especialmente, y en uno de cuyos fragmentos me gustaría recrearme aquí:

- Minino de Cheshire -comenzó a decir tímidamente, pues no tenía ni idea de si le gustaría aquel nombre; pero el Gato ensanchó un poco su sonrisa. "Adelante, de momento está satisfecho", pensó Alicia, y prosiguió así-: ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?
- Eso depende básicamente de adónde quieras ir -repuso el Gato.
- Me da igual ir a un sitio que a otro... -dijo Alicia.
- Entonces te vale cualquier camino -replicó el Gato.
-...siempre y cuando acabe por llegar a alguna parte -añadió Alicia a modo de explicación.
-Bueno, siempre acabarás por llegar a alguna parte si andas lo necesario -concluyó el Gato.
Como le pareció que aquello no admitía réplica, Alicia aventuró otra pregunta:
- ¿Qué clase de gente vive por aquí?
- En esa dirección -dijo el Gato, señalando con la pata derecha- vive un Sombrerero; y en esa dirección -levantó la otra pata- vive una Liebre de Marzo. Ve a visitar al que prefieras; los dos están locos de remate.
- Pero yo no quiero mezclarme con locos -le advirtió Alicia.
- Ah, eso no podrás evitarlo -repuso el Gato-, aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
- ¿Cómo sabes que estoy loca? inquirió Alicia.
- Tienes que estar loca -dijo el Gato-, para haber venido aquí.

En resumen, todos los relatos de este libro recogen la forma de ser de los gatos de forma maravillosa, muy precisa.

Por hacer la puñetada y ponerme un poco ñoña, diría que el que menos me ha gustado ha sido el último: "Espejo, el gatito", de Gottfried Keller, al que he encontrado demasiado enrevesado y no tan realista respecto al carácter de los felinos.

En resumen: un libro muy interesante, de lectura muy amena, y que recomiendo a los que les gustan los gatos y a los que no.



En todo este tiempo de abandono lector también ha habido lugar para el cómic, aunque sólo uno, que no he estado para excesos: "¡La crisis está siendo un éxito!", de Manel Fontdevila. 


Lo he encontrado divertido, muy acertado, conciso y muy afilado...

Me ha hecho especialmente un retrato de Cándido y Toxo, "Los sindicalistas", de los que pone (mientras intentan ahogarse uno a otro y también a ZP): "¡LUCHAN CONTRA EL GOBIERNO! ¡VIVEN DEL GOBIERNO! ¡NO SE PIERDA ESTE EMOCIONANTE COMBATE!" 

En general las tiras están bien, pongo por aquí otra "simpática"...